Si compras un buen tratamiento cosmético, lo inteligente es sacarle el máximo resultado: tu piel y tu bolsillo te lo agradecerán. Pero no siempre lo hacemos bien.

Te contamos cómo conseguirlo:

  1. Elige la crema según tu necesidad: arrugas, grasa, poros abiertos, flacidez, manchas, hidratación, etc.

  2. Escoge en función de tu tipo de piel: mixta, grasa o seca.

  3. Aplícala bien: La cantidad ideal en una crema es la de una avellana. Si es un envase en tarro, mejor que utilices una espátula para no contaminar el producto. Si aplicas más, no hará más efecto en ningún caso. Es un tópico y puedes saturar la piel.

  4. Calienta unos segundos entre tus manos para que la textura se fluidifique y penetre más y mejor. También, de esta forma, se extiende con más facilidad.

  5. Reparte por el rostro, cuello y escote.

  6. Hazlo en masajes circulares, suaves y ascendentes, y termina con ligeras presiones. Comienza por la frente, desde el interior hasta el exterior, sigue por la zona media, de la nariz a las mejillas, y después por la barbilla hacia las orejas. Lo siguiente es el escote, ve hacia las clavículas y el cuello.

  7. Guarda la crema en un lugar fresco y al que no le da la luz solar directamente. Sobre todo en verano, porque podría estropearse y perder eficacia.

  8. ¿Hablamos de un suero en lugar de una crema? Bastarán un par de dosis en caso de que tenga dosificador, o de 3 a 5 gotas si tiene cuentagotas. En este caso no arrastres el producto, aplícalo con leves presiones varias veces.